Todos los sectores y gremios tienen su patrón. El de los odontólogos es por tradición Santa Apolonia patrona de los dentistas. Más allá de las creencias que todos podamos tener, la historia de la joven Apolonia merece ser conocida, sobre todo por la aportación de Apolonia al mundo de la ciencia, en tiempos en que las mujeres tenían prácticamente prohibido su acceso al conocimiento.
Hija de Alejandría
Santa Apolonia nace en Alejandría (Egipto) en una familia de la clase alta, alrededor del año 200 de nuestra era. Según se sabe, sus padres eran paganos y justamente por ello, la nombraron Apolonia en honor al Dios Apolo.
Tuvo la oportunidad de recibir una excelente y elitista educación y de asistir regularmente a la Biblioteca de Alejandría, uno de los centros de aprendizaje más importantes del mundo antiguo. Esto resultaba muy poco común en su época para una mujer y en general, para la mayoría de sus conciudadanos. Pero ella gozó de dicho privilegio, debido a que su padre era un alto magistrado y a que ella presentaba una gran capacidad intelectual.
Algo más de historia…
A los 16 años, Apolonia fue bautizada al cristianismo y desde entonces dedicó su vida a predicar las enseñanzas bíblicas. Esta fue una ardua tarea, ya que vivía en una sociedad politeísta en la que no siempre se tenía tolerencia al cristianismo. Sin embargo, debido al poder de su padre -Lectus- como Prefecto de Alejandría, tenía ciertas concesiones.
Por aquella época (debido a razones políticas, más que religiosas), el Emperador Romano Marco Aurelio Antonio Casiano (conocido como Carcalla) ordena el exterminio de los jóvenes de Alejandría, como consecuencia de un rumor respecto a que ellos estarían confabulando en su contra. Apolonia, por su posición social preferente se percata a tiempo del intento y avisa a sus compañeros y logra su salvación.
La vida de Apolonia transcurre siempre participando activamente en la Catequesis de Alejandría (Didascalia). Por algunos documentos eclesiásticos, se sabe que Apolonia fue consagrada Presbítera. Esto es, una líder de la Iglesia que formaba parte de un Consejo en el que se realizaban los más importantes debates y desde el cual se impartían las enseñanzas y las acciones religiosas. Por ser mujer, nunca ocupó el más alto cargo en dicha agrupación, aunque fue dos veces postulada.
El martirio de Apolonia
Eran tiempos de activas persecuciones religiosas y de mártires por la fe cristiana. Bajo el mandato del emperador Filipo El Árabe, la premisa era perseguir, represaliar y torturar a los cristianos y así se hacía en Alejandría (parte oriental del imperio). Pues bien en unas de esas acciones de ataque sobre los cristianos (en el año 249, siglo III D.C), los soldados capturaron a Apolonia, una mujer virgen de avanzada edad y la torturaron con el objetivo de que se arrepintiera de su fe cristiana, pronunciase blasfemias contra Jesucristo y adorase a los dioses paganos. Sin embargo, ella se negó y padeció la ira de la turba alejandrina. En uno de los golpes que sufrió perdió varios dientes y los restantes le fueron arrancados como tortura. Su perseverancia en defender la fe enojó más a sus atacantes y éstos la amenazaron con la hoguera pero Apolonia no se amilanó.
Momentos antes del final pidió a sus torturadores que le soltaran las manos haciéndoles pensar que iba a reconsiderar su decisión. Sin embargo y para sorpresa de los soldados, ella misma se lanzó al fuego (según San Agustín por deseo del Espítitu Santo) de la hoguera para no renunciar a su religión. Dicen los escritos que mientras Apolonia estaba bajo el fuego espetó a los presentes que cuando sufrieran de problemas y dolencias dentales, invocaran su nombre, pues ella intercedería ante Dios para aliviar sus penas. Sin embargo, la leyenda no se queda ahí y asegura que Apolonia no se quemó y permaneció con vida dentro de la hoguera (protegida por Dios), razón por la que finalmente optaron por degollarla para darle muerte. 50 años después Apolonia se convirtió en Santa Apolonia ya que fue canonizada por su entrega y abnegación cristiana.
Finalmente…
Años más tarde su figura cayó en el olvido y no fue hasta el siglo XIV cuando vuelve a emerger en la liturgia católica. Desde entonces es a ella a quien se la invoca contra el dolor de muelas y es considerada como la patrona de las enfermedades dentales al tiempo que de los odontólogos. La iconografía de Santa Apolonia se representa con unas pinzas que sostienen un diente o con un collar en el que pende un diente de oro. Su festividad se celebra el 9 de febrero.